¿Qué es la afasia? Causas y tratamientos de esta enfermedad

La afasia es la pérdida del habla y/o del lenguaje generada por alguna afectación cerebral, que puede ser una enfermedad progresiva, como el Alzheimer, o un traumatismo por accidente.

El problema afecta al habla de diferentes maneras y suele ser un reto para los amigos y la familia, pero sobre todo para el paciente, ya que hace más difícil comunicarse y hacerse entender. El tratamiento se realiza predominantemente con terapia de lenguaje.

¿Qué es la afasia?

La afasia es el deterioro del lenguaje causado por una alteración cerebral, que puede ser de diferentes tipos.

Tipos de afasia

Existen seis tipos de afasia, según el aspecto del lenguaje afectado:

  • Afasia motora: afecta a la capacidad de hablar y «producir» palabras, pero hay comprensión;
  • Afasia sensorial: afecta a la comprensión de las palabras;
  • Afasia conductiva: afecta a la capacidad de repetición;
  • Anomia: afecta a la capacidad de nombrar;
  • Alexia: afecta a la capacidad de leer;
  • Disgrafía: afecta a la capacidad de escribir.

Observar cuáles de estas manifestaciones presenta el paciente ayuda a identificar la zona cerebral que se ha visto afectada y a continuación indicar qué pruebas y tratamientos deben realizarse.

Causas

La afasia está causada por diferentes alteraciones en el cerebro, entre ellas

  • Traumatismos, como un accidente de coche,
  • Accidente vascular cerebral (AVC)
  • Encefalitis (inflamación del cerebro a causa de infecciones)
  • Enfermedades degenerativas, como el Alzheimer y la afasia primaria progresiva (APP)

Factores de riesgo

El riesgo de padecer afasia está relacionado con la posibilidad de padecer afecciones como el ictus o el Alzheimer, ya que son la causa de la pérdida del lenguaje. Por lo tanto, entre los factores de riesgo están el sedentarismo, la mala alimentación y la falta de estimulación cognitiva.

Signos y síntomas de la afasia

Las personas con afasia pueden tener dificultades para leer, escribir, oír y hablar. Estos bloqueos pueden manifestarse, por ejemplo, juntando palabras sin sentido o pronunciándolas incorrectamente.

Diagnóstico

El diagnóstico comienza con una conversación entre el médico y el paciente para identificar el tipo de afasia. Se trata de una batería de pruebas para determinar cómo están las seis funciones del lenguaje. A modo de ejemplo: el médico pide al paciente que repita el mayor número de palabras con una determinada letra, que dibuje un objeto, que lea un texto, entre otras evaluaciones.

A partir de las respuestas y los resultados obtenidos, el especialista presume el lugar del cerebro donde se produjo la alteración y lo verifica posteriormente con una resonancia magnética o una tomografía computarizada.

También hay exámenes que evalúan la capacidad de hablar, entender y escribir del paciente al mismo tiempo que observan la actividad cerebral: es el caso de la gammagrafía cerebral y el PET.

Además del médico, el logopeda y el neuropsicólogo participan en el diagnóstico.

¿Qué médico buscar y qué preguntarle?

Los pacientes y los familiares deben acudir a un neurólogo y, si es posible, tomar nota de los cambios que notan en el lenguaje. Cabe mencionar, por ejemplo, si la dificultad es para producir el habla o hacerse entender.

También está indicado preguntar si existen alternativas para facilitar la comunicación en casa y formas de estimular al paciente y así acelerar la curación o frenar la progresión de la enfermedad.

¿Se puede curar la afasia?

La afasia primaria progresiva y la afasia causada por la enfermedad de Alzheimer no son curables, pero en los casos de ictus y traumatismos, por ejemplo, es posible que el paciente recupere completamente la capacidad de hablar.

Pronóstico

No hay forma de predecir con exactitud cómo se recuperará el individuo, porque cada paciente tiene una evolución diferente, dependiendo de sus propias características y de la lesión producida.

En los casos de afasia progresiva, los buenos hábitos ayudan a ralentizar la pérdida del habla, como la práctica de actividad física, el cuidado del sueño, la buena alimentación y el cuidado de la salud vascular.

Tratamientos para la afasia

Logopedia

El tratamiento de la afasia lo lleva a cabo principalmente un logopeda, ya que implica un proceso de rehabilitación para recuperar las habilidades perdidas, así como métodos de compensación, utilizando las capacidades de las áreas cerebrales intactas para sortear la dificultad.

Es imposible predecir de forma generalizada cuál será el resultado, pero en el caso de las lesiones agudas causadas por un accidente cerebrovascular o un traumatismo, por ejemplo, se espera que el paciente se recupere, mientras que en los casos de enfermedades progresivas, la atención se centra en ralentizar la pérdida de capacidades.

El logopeda puede proporcionar ejercicios para realizar entre sesiones.

Controlar la causa y prevenir las complicaciones

Dependiendo de la causa, se pueden tomar diferentes medidas de tratamiento.

En el caso de los traumatismos, deben evitarse las complicaciones habituales, como las crisis convulsivas, por ejemplo. En los casos de ictus, es importante prevenir otros eventos vasculares. También es esencial tratar las lesiones cerebrales agudas, cuando proceda, y la enfermedad subyacente en los casos progresivos, como el Alzheimer.

Además, es esencial trabajar conjuntamente con el psicólogo, el terapeuta ocupacional y otros profesionales que puedan ayudar con las diversas consecuencias de la afasia.

Estimulación cerebral no invasiva

No existe ningún tratamiento farmacológico para la afasia relacionada con el Alzheimer, pero hay un nuevo enfoque, llamado estimulación cerebral no invasiva, que, junto con la logopedia, parece tener resultados positivos, aunque todavía no es un tratamiento bien establecido.

Prevención

Es posible prevenir la afasia relacionada con enfermedades progresivas adoptando medidas para tener más conexiones cerebrales, es decir, generar una reserva suficiente para que no haya desfase en caso de pérdidas.

Para ello, vale la pena apostar por un cambio en el estilo de vida, que incluya la práctica de actividad física y la estimulación cognitiva, con el estudio, por ejemplo, además de una buena dieta y el control del sueño.

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